La Resistencia

¿Qué tienen en común un futbolista, un boxeador y un maratonista? No me gusta el suspenso así que no voy a dejar la respuesta para el final: no tienen nada en común. ¿Cómo? ¿Pero no es que los tres necesitan resistencia para soportar un encuentro? ¿No es ese el nombre del artículo? Sí, ese el nombre del artículo y sí, los tres necesitan resistencia para soportar un encuentro. Pero el tipo de resistencia que necesita cada uno de ellos es tan distinto, que casi casi nos estamos refiriendo a una capacidad diferente.

Pero antes de continuar, definamos primero a la resistencia como capacidad física. El concepto de resistencia en la actualidad contempla esfuerzos con duraciones muy amplias que van desde los 20 segundos hasta 6 horas y más. La mayoría de las definiciones sostienen en común el concepto de capacidad psicofísica del deportista para resistir la fatiga (Bomba 1983; Ozolín, 1983; Platonov, 1988; Weineck, 1988). El principal factor que limite, y al mismo tiempo, afecta al rendimiento de un deportista es la fatiga (Navarro, 1988)

Personalmente, la definición que más me gusta es la Zintl (1991) que la define como la «capacidad para resistir psíquica y físicamente a una carga durante largo tiempo produciéndose finalmente un cansancio insuperable debido a la intensidad y la duración de la misma y/o de recuperarse rápidamente después de esfuerzos psíquicos y psíquicos».

Como podemos ver, esta definición no sólo habla de la resistencia en relación a la fatiga sino que además incluye los términos de intensidad, duración y recuperación. Estos tres indicadores son fundamentales a la hora de entender que tipo de resistencia esta juego. Si observamos los ejemplos empleados más arriba, notaremos que tanto la intensidad como la duración y los tiempos de recuperación son muy distintos en un futbolista, un boxeador o un maratonista. En otras palabras, hablamos de distintos tipos de resistencia.

Entender este concepto es de capital importancia porque cada tipo de resistencia tiene, a su vez, un tipo de entrenamiento mas o menos específico. A un maratonista no le sirve de nada hacer piques cortos de velocidad, y para un boxeador será mucho mejor realizar una sesión de resistencia con un sparring que correr 90 minutos a 140 pulsaciones.

La clasificación de la resistencia que mejor creo ejemplifica todo esto, es la que binda Zintl (1991) en su obra «Entrenamiento de la resistencia», donde realiza una clara sinopsis de los diferentes tipos de resistencia, a saber:

Resistencia de base: Carácter básico para desarrollar otras capacidades, que se divide en:

  • Resistencia de base I: independiente de la modalidad deportiva
  • Resistencia de base II: relacionada con la modalidad deportiva
  • Resistencia de base III: resistencia en juego/lucha con cambios acíclicos de la carga

Resistencia específica: Enfocada en la estructura de la carga específica de la modalidad, relación óptima entre intensidad y duración de la carga, que se divide en:

  • Resistencia de duración corta (35 segundos a 2 minutos)
  • Resistencia de duración media (de 2 a 10 minutos)
  • Resistencia de duración larga I (de 10 a 35 minutos)
  • Resistencia de duración larga II (de 35 a 90 minutos)
  • Resistencia de duración larga III (de 90 minutos a 6 horas)
  • Resistencia de duración larga IV (más de 6 horas)

Lo bueno de esta clasificación es que permite separar los deportes de conjunto y combate (resistencia de base III) de las distintas modalidades de los deportes individuales (atletismo, ciclismo, natación, etc). Esto ayuda a los entrenadores a planificar con mayor precisión sus entrenamientos, entendiendo que los requerimientos de cada deportes son específicos de cada deporte. Y que si bien el atletismo es «el padre de los deportes» y que un partido de fútbol promedio dura 90 minutos, de nada le sirve a un jugador salir a trotar a baja o media intensidad durante todo ese tiempo, porque estamos hablando casi casi de capacidades diferentes.

– Para saber más: «La Resistencia», de Fernando Navarro Valdivieso, Gymnos Editorial