La diabetes es un transtorno del metabolismo de los hidratos de carbono, caracterizado por altos niveles de azúcar en sangre (hiperglucemia) y la preencia de azúcar en la orina (glucosuria). Se desarrolla cuando hay una producción inadecuada de insulina […] o una utilización inadecuada de la insulina por las células (Wilmore y Costill, 1997). Se conocen dos grandes grupos:
- Tipo I o insulino dependiente
- Tipo II o insulino no dependiente
La primera suele manifestarse ya desde temprana edad, y se caracteriza por una falta casi total de insulina. La segunda es más gradual, tarda en aparecer y sus causas son todavía poco conocidas.
La insulina, vale recordarlo, controla los niveles de glucosa en sangre reduciéndolos, al tiempo que incrementa la utilización de glucosa y la síntesis de grasas. Cuando dichas funciones desaparecen, como es en el caso de la diabetes, aumentan considerablemente las chandes de complicaciones coronarias, hipertensión y enfermedades vasculares periféricas.
Las principales formas de tratamiento de la diabetes son la administración de insulina, la dieta y el ejercicio. Como hemos viste en la clasificación anterior, no todos necesitan de la insulina, pero sí todos decen cuidarse en la alimentación y realizar actividad física. Justamente sobre éste último aspecto, la actividad física, vamos a hacer hincapié en la entrada de hoy.
Aunque no hay ningún signo concluyente que pruebe que un estilo de vida activo prevenga la diabetes (Wilmore y Costill, 1997), la mayoría de los médicos concuerda en que el ejercicio es vital para el tratamiento. Sin embargo, la disparidad entre ambos tipos de diabetes es tal, que conviene tratarlas por separado.
En las personas con diabetes tipo I, el control glucémico puede mejorar o no con el ejercicio. Pero estas personas tienen un mayor riesgo de sufrir enfermedades de las arterias coronarias, por lo que el ejercicio puede reducir ese riesgo.
Los niveles de azùcar en sangre deben controlarse cuidadosamente al hacer ejercicio, especialmente en las personas con diabetes tipo I, por lo que la dieta y la dosificación de la insulina pueden modificarse según las necesidades.
En las personas con diabetes tipo I, los pies requieren una atención especial, ya que las neuropatías periféricas producen pérdida de sensación, y el deterioro de la circulación periférica reduce el flujo sanguíneo. Estas personas pueden no percibir lesiones de sus pies, aún cuando son muy graves.
La diabetes de tipo II responde bien al ejercicio. La permeabilidad de la membrana a la glucosa mejora con el ejercicio, que reduce la resistencia a la insulina e incrementa la permeabilidad de la misma